Ayer te vi entre las coplas de Elton John. Ciertamente, no es un sacrificio dejar que las cosas pasen. A veces es mejor.
No lo sé, quizá nunca sabré si el nuevo flechazo te hizo acelerar el pulso; si a metros -que parecen, que son años- de distancia estuviste a nada de saltar. Yo estaría ahí para recibirte, pero ya ves, uno sabe cuando abstenerse de jalar el gatillo.
Diría que sí es posible viajar en el tiempo, sólo hay que caminar en espiral rodando meses y días, y a la vuelta de una calle o del pasillo de una biblioteca se hallan los fragmentos de la memoria; aquello que se ha ido, entonces, no se va.
Reir es tu especialidad y yo no sé, quizá nunca lo sepa, si el brillo de tus labios fue por mi o porque siempre te ha pertenecido, aunque los días, las noches y las lluvias se lleve las caras y las voces que no pudiste sujetar.
Estabas ahí, estábamos los dos pero no sé si yo estaba, porque aquello me llevó a un oleaje terco que aun no cesa. ¿Sabes?, aun no encuentro una isla de donde acirme, y una vela que lleva tu nombre me guía, tal vez sin rumbo.
Aun estás aquí, nunca te fuiste. Lo sabes, porque de tus ojos tampoco me fui.
viernes, 21 de agosto de 2009
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