Me he quedado a la vera de los dedos que nunca me pudieron tocar. Si hubiera sido una ilusión, le habría puesto a cada una piel de cera, y un soplo en la mirada para acompañar la soledad de tantas cosas que supe encontrar en su geografía y la enredadera de sus venas.
Esta es una venganza de tinta contra las ilusiones desprovistas de futuro. Sepan todas y cada una que pese al dolor de mancillarlas a porrazos del teclado, siguen prendidas a una mirada que roba almas, que no suspiros; que punza la espera y contiene todos los mundos sin inmutarse.
Y qué facil es ir y venir, posar y despojar del fuego a la hoguera. Qué facil encontraron el camino del cofre que no supieron robar, qué días de pureza en el aire y de turbiedad en los pasos que no dejaron huella.
Se van, como todo, y se va la rabia de una estrella muerta tras otra. Se van porque yo supe que debían irse y porque vi en su andar que las puertas eran otras.
Malvenidas hayan sido y bienhayadas a la postre, porque horas más tarde las encontraré, lo juro.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
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